Eduardo Pinto cuenta que le gustan las historias duras y se reconoce como un cineasta rockero. Director de videoclips, ahora presenta su película "Caño dorado", un relato de marginados donde no hay buenos ni malos, según afirmó en diálogo con LA GACETA. Pinto, autor también de "Buen día, día", ofrecerá una charla el sábado a las 18 en el Centro Cultural Virla.
- "Caño dorado" es una historia marginal, de aquellos segregados que siempre están al borde. Aunque a veces la palabra mensaje tiene mala prensa. ¿Habría algún mensaje en tu filme?
- Es una historia marginal. Un relato policial; su columna vertebral es una historia de amor entre Panceta y Clara. Amor, odio y venganza. Pero todo nace del amor entre los actores principales, después vienen el odio y la venganza. Creo que la película es más amplia, excede lo marginal; mi intención fue darles vida a los personajes, humanizarlos, ni buenos ni malos. Es lo que hay. La gente tiene que sobrevivir ante la realidad. Poca gente cuenta la historia de los marginados, tal vez por respeto, pero también hay que estar adentro para contar. Yo de alguna forma transité el Gran Buenos Aires y siempre quise reflejar su mundo y su estética. Yo no busco un mensaje, armo un universo de ficción con los personajes, los encuadres, la música. Quiero estremecer, me quiero comunicar con la gente. "Caño..." es una ficción con patas de realidad, como te digo: acá no hay buenos ni malos. Es lo que hay. Panceta, ¿es bueno o malo? No lo sé, pero creo que lo puedo llegar a entender después de ver la película. En los noticieros son todos malos, acá no. Acá son humanos. "Caño..." es un reflejo de la realidad periférica, tiene un costado estético, la realidad en cuadros, donde conviven colores y formas. No es una denuncia, es una obra de arte. Un grupo de artistas, actores, músicos, fotógrafo, director de arte, productor, todos trabajando para la creación de un mundo, del universo de "Caño dorado". Por eso, que el que vaya a ver el filme no busque denuncia, mensaje. Se van a encontrar con una obra de arte.
- ¿Cómo analizas eso que llamamos cine nacional? ¿Existe?
- El cine nacional existe. Es real. Más ahora que se está abriendo, hay una búsqueda más amplia. Mi propuesta es diferente. Lo de Fernando Spiner es ejemplar. Apostó a otra forma: al género. Creo que ahora salimos un poco del cine de las universidades privadas. Creo que había un encasillamiento estético y de problemáticas. A mí me gusta abrir. Traer otra forma de relato, de estética, de lenguaje cinematográfico. No es nada nuevo ni vanguardista. Es trabajar con el género. Volver a seducir al público, sin subestimarlo. Ahí hay cine argentino cuando el público se engancha. Hacer pelis para festivales europeos solamente no me parece bien. Hay que pensar como director y artista, sentirse satisfecho con la obra, pero es fundamental conectarse con el espectador. Favio dice: "cada tres minutos tenés que darle algo al espectador."
- Filmaste videoclips. ¿Hay en tu modo de producción un cruce de lenguajes entre el cine y la música?
- La banda sonora de esta película es muy potente, tomé de referencia una película de Fathi Akim, "Contra la pared", donde la banda sonora está al frente. En "Caño dorado" tengo temas de Estelares, Pity Alvarez y Karamelo santo, el Cuarteto Imperial, y la música incidental es de Fabián Picciano, del grupo Poncho. La música está en las radios, en la calle, siempre estamos escuchando música y en mi película está ahí. Yo tengo una relación muy fuerte con la música; fui músico, trabajo haciendo videos musicales, vengo de ese palo. Y mis películas siempre conectan el cine con el rock. Me siento parte de la cultura rock; soy un cineasta rockero. Me gustan las historias duras.